La ciudad de Sancti Spiritus celebra este 4 de junio su 511 aniversario de fundación. Con el eslogan “Tradición y Fe”, la Oficina del Conservador de la Ciudad de Sancti Spíritus dedicó su campaña por el aniversario de la fundación de la cuarta villa cubana al Cabildo Luz Divina de Santa Bárbara. Espacios de ciudad se suma a estas celebraciones acercándolos a una de las instituciones religiosas cristianas de la villa que ha logrado conservar muchas de las raíces de los cultos africanos en Cuba.
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Entrada principal al Cabildo Luz Divina de Santa Bárbara. Foto: Cortesía de las autoras.
La ciudad de Sancti Spíritus celebra este 4 de junio su 511 aniversario de fundación. Con el eslogan “Tradición y Fe”, la Oficina del Conservador de la Ciudad de Sancti Spíritus dedicó su campaña por el aniversario de la fundación de la cuarta villa cubana al Cabildo Luz Divina de Santa Bárbara. Espacios de ciudad se suma a estas celebraciones acercándolos a una de las instituciones religiosas cristianas de la villa que ha logrado conservar muchas de las raíces de los cultos africanos en Cuba.
La doctora Alicia García Santana –prestigiosa investigadora, historiadora y ensayista cubana–, afirma que cuando ocurrió el traslado de la villa de Sancti Spíritus hasta cerca de las márgenes del río Yayabo, existía un asentamiento aborigen en la zona donde hoy radica el barrio de Jesús María. Luego, con el afianzamiento de la esclavitud en la región, allí se establecen la población africana y sus descendientes.
A medida que estos pobladores aumentan en todo el país, sienten la necesidad de agruparse. Fue así que tempranamente, en el propio siglo XVI, surgen las primeras cofradías, bajo la aprobación del gobierno español, que de esta manera podía mantenerlos bajo vigilancia y control. Con posterioridad surgen los llamados cabildos de negros, que agrupaban africanos de una misma nación o procedencia territorial africana y prestaban socorro, ayuda mutua y protección. Además, servían para mantener el rito y las prácticas ancestrales de cantos y danzas que implicaban sus creencias religiosas. Por esta razón también se les conoció como cabildos de nación.
Como consecuencia de la trata de negros, llega a la localidad un matrimonio esclavo, que integró la dotación de la poderosa familia Valle Iznaga: María Salomé Valle y Octavio Carrillo (conocido como Taita Vale o Vale), ambos practicantes de la religión Lucumí Iyesá. En la villa espirituana nacieron sus cinco hijos.
Luego de la Guerra de los Diez Años y con el proceso de abolición de la esclavitud, el matrimonio, con el objetivo de iniciar una nueva vida, adquiere la vivienda número 58 de la calle Jesús María, hoy Guillermón Moncada 153. La casona fue vendida por el párroco que oficiaba en la Iglesia de Jesús de Nazareno. El inmueble, además de espacioso, poseía, entre otros atributos, una ceiba en el patio interior, razón de peso para su compra. Allí se erigió un Cabildo de Nación, inscripto bajo la advocación de Santa Bárbara sincretizada en la deidad Changó.
El Cabildo Luz Divina de Santa Bárbara no fue el único autorizado a fundarse en Sancti Spíritus; otros surgieron en diferentes barrios de la localidad: Espíritu Santo (Obatalá), conocido también como Sociedad Psicoreligiosa, en la calle de San Telmo; La Santísima Caridad del Cobre (Ochún), en calle Cadí; dos bajo la advocación de la Virgen de Regla (Yemayá), en la zona del Reparto Escribano y en Céspedes Norte; Miguel Cayula, en Santa Ana, y Los Mencía, en Rosario. Sin embargo, el de Santa Bárbara fue el que perduró hasta nuestros días.
Aunque la casa fue comprada para usarse como vivienda, siempre se dio prioridad a los santos, de ahí que sus habitantes les reservaran sus dormitorios. Al caer la noche armaban sus columbinas en el resto de las habitaciones y las recogían al amanecer. María Salomé realizaba consultas espirituales con mucho acierto, gracia heredada por su hija María de la Cruz Valle, conocida como María Sixta, quien a la muerte de su madre ocupa su lugar y mantiene el modo de consultar, lo que la hizo acreedora de respeto y admiración por la comunidad.
Además de sitio de fe, este lugar constituyó –al igual que el resto de los cabildos–refugio para todo el que lo necesitase, fuera conocido o no de la familia.
Dos grandes pasiones tuvo María Sixta: los Orishas y su Patria. Ella participó en la gesta emancipadora de Cuba, en la que obtuvo los grados de capitana del Ejército Libertador. De regreso a su hogar, trajo la bandera que ondeaba en el campamento mambí y la colocó encima de la puerta que da paso al altar de Changó. Con el decurso del tiempo aquella bandera, ya raída, fue sustituida por otra que ocupa el mismo espacio de la original. Luego de una longeva existencia dedicada a la veneración religiosa, al fallecer María Sixta nunca más se realizaron consultas espirituales en el lugar. Por su lealtad a la causa cubana, fue sepultada en el cementerio de Sancti Spíritus con todos los honores correspondientes a su rango.
Desde ese momento el cuidado del local lo asumió Nicolasa Valle, junto a su sobrina Olga Gutiérrez, quien mantiene el Ilé de Fundamento “Propiedad Sagrada, Fuerza y Potencia”, del que se halla una parte en el pilón de Changó, dentro del Cabildo, y la otra –según sus ancestros y su máxima representante actual– en el fondo del Charco del Burro, en el río Yayabo.
El inmueble de altos valores patrimoniales, uno de los más antiguos de la ciudad, data del siglo XVIII. Construido entre los años 1730-1737, conserva la mayoría de los elementos arquitectónicos de la época, entre ellos su carpintería. No sucede así con los pisos originales, hoy de cemento. La vivienda es de mampostería y techos de madera preciosa, en primera crujía de alfardas cuadradas y en segunda crujía de alfardas redondas. Contiene una sala, una saleta, tres cuartos dormitorios –dos a la derecha y uno a la izquierda– y un patio grande de tierra.
La devoción y el sentido de pertenencia de sus moradores es tal que han mantenido la distribución y el orden de sus antecesores.
La habitación que ocupa la sala es grande y espaciosa. Posee en su fachada una ventana de postigo a dos hojas y la puerta de la época. Se conservan los techos de madera preciosa originales y una arcada que antecede a la saleta. En la pared de la derecha se encuentra la referida bandera cubana, justo en la puerta que da acceso al primer cuarto sagrado.

Bandera cubana colocada en la puerta de entrada del primer cuarto. Foto: Cortesía de las autoras.
La saleta es más pequeña que la sala. A la derecha se entra al segundo dormitorio, el cual que da paso al portal. Los techos, puertas y ventanas tienen las mismas características que la habitación anterior.
Da la bienvenida al patio, el majestuoso portal. En él se encuentra una tinaja de antaño, en la que se puede beber agua fresca y cristalina. Tal parece que saluda a los visitantes. El techo del portal es más bajo, pero también de madera preciosa, al igual que la carpintería de las puertas y ventanas.
El primer cuarto se encuentra a la derecha de la primera crujía, como ya se había referido, y cuenta con los mismos techos y carpintería de los locales antes mencionados. Tiene ventana a la calle, una puerta da a la sala y la otra al segundo cuarto. Aquí está ubicado el altar principal de Changó; están presentes, además, San Lázaro (Babalú Ayé) y Santa Teresita.

Altar principal de Changó junto a San Lázaro (Babalú Ayé) y Santa Teresita. Foto: Cortesía de las autoras.
El segundo cuarto se encuentra a continuación del anterior. Se comunica con la saleta y la cocina. En él encontramos la presencia de Santa Teresa (Oyá), la Santísima Caridad del Cobre (Ochún) y la Virgen de Regla (Yemayá). También se hallan allí San Rafael Arcángel (Ogún Onilé), San Miguel Arcángel, la tinaja de Oyá, la Silla de Fundamento de Changó, el baldaquín de Las Mercedes y todos los Tambores de Fundamento. Estos, que son utilizados los días festivos, vinieron desde África con Taita y Salomé. Clasificados organológicamente como tambores Iyesá, constituyen verdaderas reliquias traídas por los esclavos desde África.
Ubicado a la izquierda de la saleta se encuentra el tercer cuarto, el único usado como dormitorio por María Salomé –la primera dueña del inmueble– y una deidad, Arere Ogún, muerto mayor de la casa. En esta habitación está el Fundamento principal de todos los ancestros. También se atesoran importantes pertenencias de María Sixta como el machete y el sable empleados por ella durante la guerra y la bandera cubana original. Además, se conservan los diferentes trajes de los orichas.
A la derecha del patio se halla el lugar donde habita Eleguá y la mano poderosa. En él existen tres grandes plantas: la ceiba, el caimito y la güira. Cada una de ellas cuenta su historia.

Fondo del patio. Foto: Cortesía de las autoras.
La ceiba ya tiene más de un siglo de existencia y a ella se le ofrecen directamente las comidas y toques porque, entre otras cosas, es ella el Fundamento de Changó y es donde vive el padre de este oricha.

Ceiba Sagrada. Foto: Cortesía de las autoras.
El caimito es el Fundamento de Oyá, donde se depositan todos los animales por tres días hasta el comienzo de la ceremonia.
La güira se encuentra al lado de la ceiba y es usada en la confección de las vasijas que se utilizan para dar comida a los santos. Adorna el conjunto del patio una gran variedad de plantas que con esmero cuida Olga.
Los días señalados se realizan las ceremonias a los santos. Desde el primer mes del año, enero, se les da comida a todos con el ritual que el acto encierra. Los alimentos son elaborados por los hijos en el propio lugar y repartidos entre ellos, sus descendientes y toda la comunidad.
En el Cabildo se celebran, principalmente, cinco toques.
El toque a la Virgen de Regla o Yemayá comienza a las doce de la noche del día 6 de septiembre, en vísperas de su aniversario, y se le rinde culto hasta bien entrada la noche del día 7.
Ese propio día 7 de septiembre, a las 12:00 pm, se inicia nuevamente el toque, pero esta vez a La Santísima Virgen De La Caridad del Cobre (Ochún), en espera de su aniversario el día 8, que de igual modo se extiende, y se reciben muchas visitas y ofrendas.
Semejante a las ceremonias anteriores, el toque a Oyá o Santa Teresa se realiza desde el 14 de octubre hasta el día 15.
Todo un ritual constituye el toque al Oricha Mayor y dueño del local, Changó o Santa Bárbara. Se baja del altar el día 2 en la tarde, se baña y se deja reposar envuelto en mantas. El día 3, en horas de la mañana, se viste y se coloca nuevamente en su sitio. En esta ceremonia solo participan la dueña del lugar, junto a sus hermanos e hijas, y la persona que ofrece el túnico ese año. El oricha viste traje nuevo en señal de veneración y respeto. Ya al filo de las 12:00 pm, en su altar, espera la celebración de su aniversario.
La jornada del 3 luce sus mejores galas el cabildo desde horas tempranas. Hay un constante flujo de personas al lugar, unos para ver los preparativos y otros para ayudar en lo que sea necesario. Durante la noche ocurre el toque en espera del 4 de diciembre, que continúa el resto del día hasta las 12:00. La adoración a Changó es evidente en cada momento.
En ese mismo mes, pero el día 16 de diciembre, de nuevo comienza el toque, esta vez dedicado a Babalú Ayé o San Lázaro, en su día 17. Disímiles promesas son cumplidas por parte de sus devotos.
De toda Cuba y diversas regiones del mundo acuden al Cabildo los que les profesan fe a sus santos para depositar ofrendas y pagar promesas. No solo visitan sus altares, también a la ceiba, que majestuosa recibe a todo aquel que, fiel al ritual, le da tres vueltas y pide sus deseos, en cualquier fecha del calendario. También de países como Francia, Estados Unidos, España, México y Canadá, entre otros, llegan –en los últimos días del mes de noviembre– los trajes que lucirán los orichas para sus ceremonias o toques en el próximo año.
Desde finales de 1980 esta casa se ha convertido en un referente no solo religioso, sino también cultural, para la comunidad. Se reciben visitas de centros educacionales de diferentes niveles de enseñanza y a todos se les ofrece una detallada explicación por parte de Olga Gutiérrez, propietaria y representante del Cabildo Luz Divina de Santa Bárbara. Sorprende sobremanera la afluencia al lugar de turistas locales y extranjeros, unos atraídos por lo desconocido, otros con la esperanza de librarse de algún maleficio. Los que ya habían acudido al lugar y regresan depositan ofrendas o pagan promesas hechas en visitas anteriores.
Además, varias unidades artísticas de prestigio han llegado hasta el lugar para brindar su arte en honor a los santos, entre ellas grupos folclóricos de Trinidad, Fomento y Santiago de Cuba.
En el cabildo se han realizado diversas presentaciones de libros y de agrupaciones tradicionales como el Coro de Claves, el Trío Miraflores, el Dꞌ Gómez y el Colonial, así como intercambios culturales con agrupaciones folclóricas de la hermana República Bolivariana de Venezuela. De igual forma, tuvo un espacio comunitario La Casa de la Guayabera, en sus inicios como proyecto del CIERIC.
La institución también ha sido visitada por representantes del Ministerio de Cultura, de la Asociación Yoruba de Cuba y de Asuntos Religiosos del Comité Central, para rendir tributo y respeto.
En octubre de 2016, el cabildo obtuvo el Premio Memoria Viva, en la categoría de Preservación de Tradiciones, otorgado por el Instituto de Investigación y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello y el Consejo Nacional de Casas de Cultura. Tal condición le fue conferida por haber mantenido, desde su establecimiento, la tradición religiosa en manos de una familia que ha sido, a su vez, transmisora de valores cívicos y patrióticos a la comunidad; además, por constituir el centro religioso-cultural de mayor significación de la provincia.
El Cabildo Luz Divina de Santa Bárbara ha contribuido no sólo a preservar los valores y las raíces africanas, sino también al desarrollo de las doctrinas religiosas afrocubanas, que constituyen parte insoslayable de la cultura cubana y factor decisivo en el nacimiento, maduración y cristalización de nuestra nacionalidad. Esta institución muestra un profundo interés en manifestar lo propio como elemento trasmitido y heredado por la mayoría de las generaciones pasadas, lo que se evidencia tanto en sus cantos, bailes, trajes, leyendas y rituales, como en la constante veneración a los orichas y al legado histórico-religioso y cultural de sus antecesores.
Bibliografía:
- Colectivo de Autores. Colecciones de Instrumentos Musicales. Museo Nacional de la Música. Catálogo. Tomo I Instrumentos Cubanos. Ediciones Museo de la Música. La Habana, Cuba, 2013.
- León Argeliers. Del canto y el tiempo. Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de La Habana, Cuba, 1974.
Testimonios orales:
- Entrevista a Olga Gutiérrez. Realizada por Mayda Estrada Toledo.
Cultura – Cubadebate